Mitos y verdades sobre el mundo extraterrestre


Por José Medrano (*)

Las teorías se acumulan de a cientos; las imágenes, los videos, los testimonios: basta googlear la palabra “OVNI” o “ALIEN” para que miles de páginas nos aseguren que estamos cercados, rodeados, que cada año decenas de platos voladores investigan el planeta y a su gente con los más diversos fines: educarnos, salvar su especie con (nosotros) la única especie afín Seguir leyendo

Crónicas marcianas y argentinas

Periodista especializado en ovnis y creencias heterodoxas, Alejandro Agostinelli compiló en su primer libro once historias en las que se entrelazan alienígenas y argentinos, donde lo que predomina, finalmente, es la fábula humana.

Dice que en los setenta fue un adolescente apasionado por los ovnis y que desde entonces los platos voladores no lo abandonan. Alejandro Agostinelli –un periodista de largo oficio que actualmente deposita su pasión alien en el blog Magia Crítica– fue secretario general del Centro de Investigaciones Ufológicas (C.I.U.), editó la revista Ufo Press y estuvo entre quienes organizaron la filial local del Center for Ufo Studies(C.U.F.O.S.), dirigida por el doctor Joseph Allen Hynek. Además, estuvo a cargo de «En trance», la sección fija de crónicas esotérico-científicas del diario La Prensa que fue pionera en llevar estos temas a un diario nacional con constancia. Su currículum ufológico es extenso y en sus renglones destaca la creación del sitioDios!, especializado en creencias contemporáneas. Ahora, luego de tanto camino, Agostinelli acaba de publicar «Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina», uno de los más logrados libros de crónicas marcianas nacionales. «Elegí historias que tuvieron gran repercusión en los medios y que me impactaron desde mi adolescencia», cuenta el autor. «Para escribir el libro volví sobre ellas. Empecé por recordar el asombro que me causaron y seguí rescatando carpetas con recortes, casetes viejos, revistas. Y entonces salí a buscar a los sobrevivientes, en el caso de las historias más antiguas».

El resultado es un rejunte extenso de historias que, como bien anticipa una de las solapas del libro, no sólo hablan de extraterrestres: también lo hacen de terrestres-extra, de argentinos comunes que, un día, atravesaron una experiencia de otro planeta. El periodista Daniel Riera, que escribió uno de los dos prólogos que anteceden a las historias, anotó que «Los problemas de la gente que ha visto platos voladores, ha conversado o ha hecho el amor con extraterrestres se parecen mucho a los problemas de los que no hemos tenido esta clase de experiencias». «Fui a buscar a estas personas a veces como biógrafo, otras como testigo y otras como mero cronista», dice ahora Agostinelli. «Trabajé el material con tiempos poco habituales para un trabajo periodístico. Me llevó décadas saber que algunas historias estaban maduras. Traté por años a estas personas. Gracias a eso a veces logré presenciar episodios singulares de sus vidas poco después o en el momento en que éstas sucedían. Te doy dos ejemplos. Con el Comandante Clomro, un artista platense hoy radicado en México, nos hicimos muy amigos. Entonces seguí su derrotero desde que me senté con él a tomar un café allá por 1991, cuando me confesó que para él una gurú le había reemplazado su «energía» o espíritu por la de un «segmento extraterrestre». También es el caso de Silvia y Andrea Pérez Simondini, con quienes viví una experiencia digna de un capítulo de Expedientes X; curiosamente, Silvia revivió para mí el giro dramático que dio su vida una noche donde el cielo fue asaltado por luces que, para ellas, eran esos ovnis que siempre salen a buscar en el cerro La Matanza, en Victoria, Entre Ríos. Son algunas pastillitas entre otros sucesos bastante alucinantes».

¿Cuál es la actitud que hay que tener frente a alguien que cuenta una de estas historias? 
Depende del momento. El mago, primero, necesita que le creas. Después, te toca a vos pensar cómo lo hizo. Yo me mantuve a cierta distancia prudencial porque quise ser todo lo periodístico que pude según mi peculiar concepción de lo que es el periodismo aplicado al misterio. ¿Para qué novelar cuando tus entrevistados te hablan de realidades extraordinarias? Eso no supone restar recursos literarios, evidentemente quise construir relatos atractivos, pero también es cierto que con el material que conseguí reunir cuesta mucho menos lograr resultados periodísticos interesantes. Recién empieza a dar trabajo si tenés consciencia de que, además de enganchar al lector, tenés que respetar su inteligencia, eso que los periodistas estamos tan acostumbrados a minimizar. Debemos ser fidedignos, facilitarle el acceso a tus fuentes… Ni hablar si, además, tenés la peregrina idea de que el material que el libro contiene podría poseer algún día valor histórico o antropológico. Para mí fue inevitable ser riguroso y utilizar toda la bibliografía disponible. Sólo por esto puedo decir que «Invasores» me dio trabajo. Ahora bien, de los periodistas algunos esperan una mirada neutral, fría o distante. Ese periodismo a mi no me interesa. Una actitud forzadamente objetiva, entre comillas, suele enmascarar la ideología del cronista quitándole toda la frescura que la crónica necesita para ganar el crédito del lector en buena ley. En suma, frente a los protagonistas de estos encuentros extraños, o de estos testimonios de otros que revelan sus encuentros con lo extraño, en mi caso no esperes credulidad ni rechazo por la realidad de sus experiencias. De un lector inteligente, en cambio, espero que sea desobediente con el cronista. Quiero decir: no sólo espero, sé que leerá «Invasores» según su propio sesgo, su propio crisol.

¿Pero cuál es enfoque más recomendable? ¿La credulidad o el escepticismo? 
Por un lado, sospecho que para disfrutar de la magia de estas historias primero hay que creérselas. Pero, por el otro, sé que, cuando la película terminó, el escepticismo es el mejor consejo que puedo dar si además de disfrutar de una historia atrapante queremos aprender algo nuevo. No me refiero al mal escepticismo que niega antes de investigar, sino al virtuoso, que es aquel que suspende el juicio por falta de pruebas o las busca para formarse un juicio equilibrado. Creo que «Invasores» estimula de un modo transversal el pensamiento crítico, entre otras cosas porque facilita al lector información que Fabio Zerpa, digamos, omitiría. Menciono a Zerpa porque él tiene otro propósito, él es un personaje interesado en pregonar que los extraterrestres son una realidad indiscutible. Y si bien ese no es mi propósito, tampoco defiendo lo contrario: no cargo las tintas sobre las explicaciones racionales porque ellas también pueden ser contradictorias, arbitrarias o malintencionadas. «El testigo siempre tergiversa su relato», acusan algunos críticos. Okay, pero… ¿acaso el escéptico nunca lo hace? Todos tergiversamos. «Invasores» no pretende predicar la creencia en los extraterrestres ni lo contrario. Son historias documentadas que muestran la increíble realidad que han vivido, o todavía viven, todas esas personas con vidas tan singulares. Que no son tan raros como algunos creen, ni están locos, ni pretenden lavarnos el cerebro, o al menos no más que el curita de pueblo cuando da su misa.

¿Hay un método serio para analizar una historia de ovnis? 
Cómo no. Muchos investigadores analizan seriamente estas experiencias. A mi juicio, los más competentes en nuestro idioma son los que nuclea la Fundación Anomalía (actualmente Fundación Íkaros) en España. Sus trabajos son publicados en la revista «Cuadernos de Ufología«, en libros y monografías especializadas.

¿Por qué creés que los extraterrestres se aparecen a gente ajena al tema y no a los ufólogos? 
Tal vez eso era más frecuente entre los sesenta y los ochenta, cuando la prensa informaba noticias de ovnis casi a diario. Pero esa tendencia ha declinado bastante. Hoy, la nave madre de la invasión es Internet. Muchas de las historias que se cuentan son transmitidas por ufófilos y ufólogos que se han corrido cada vez más del lugar de investigadores y ahora parecen haberse vuelto testigos o, si no, catalizadores privilegiados de estas experiencias. Tal vez por eso me centré en unas cuantas historias previas a Internet, donde prevalecía cierta ternura, o cierta ingenuidad, que no digo que no exista ahora, pero es más difícil de hallar.

¿Cuál es la historia más fascinante del libro? 
En todos los casos elegí aquellas historias que, a mi criterio, merecían una película. Empecé con 25, escribí 14 y en el libro, por cuestiones de espacio, quedaron 11. Todas me parecieron fascinantes. Aunque en el libro quedaron las que consideré más redonditas y tenían un color distintivo en términos de estructura narrativa. Todas son diferentes y ofrecen algún plus. En el caso de la abducción del matrimonio Vidal, que iba a Chascomús y apareció en México, también trato de explicar cómo se investiga una leyenda urbana. En la historia del chacarero a quien un plato volador le robó el celular aparece una constelación de voces que son las que precisé para reconstruir una leyenda rural contemporánea. También me pareció fascinante la biografía de Martha Green, la mujer que supo construir una familia hermosa, pero cuya vida cambió radicalmente cuando se enamoró de Enis, el científico extraterrestre con el que aseguró haber tenido dos hijos en el planeta Ozonis. La vida de Martha, quien lamentablemente acaba de fallecer, es un ejemplo de la vida maravillosa que estas experiencias, sean reales o no, le pueden otorgar a una persona en busca de la felicidad.

¿Qué lugar ocupa la Argentina en el mapa de los encuentros con extraterrestres? 
Un lugar destacado junto con los Estados Unidos, Australia, Brasil, México, Chile, Inglaterra, Francia, España e Italia. Creo que no me equivoco si digo que de esos países proceden las historias más interesantes. Que no en vano son las sociedades que han desarrollado más intensamente la vocación ufológica a través de grupos de investigación, revistas especializadas o programas de radio o televisión.

Última: después de dedicarle tanto tiempo al tema, ¿estás convencido de que existen los extraterrestres? 
¡Ahá, ya veo! ¡Querés que te cuente el final de «Invasores»! Mirá, para contar estas historias no hace falta creer o no creer en los extraterrestres. Es un libro protagonizado por terrícolas. Espero que a los lectores no les importe conocer mis creencias para disfrutarlas. O aprender algo nuevo tratando de descubrir por sí mismos cuánto tienen de verdad o de ficción. En todo caso, la ficción nunca es mía. Como tampoco agregaría ficción si en vez de extraterrestres hubiese escrito un libro sobre religiones extremas, ángeles o piqueteros. En todas estas historias son personas de este mundo las que nos cuentan sus experiencias. Te aseguro que muchas de ellas son más que inquietantes.

Por Javier Sinay

Publicado originalmente en Ciudad.com el 5 de junio de 2009

Pablo Capanna ilumina las conspiraciones posmodernas

El filósofo Pablo Capanna, autor de Conspiraciones. Guía de delirios posmodernos (Ediciones de la Flor, 2009), fue entrevistado por Laura Brizuela y Laura Reschigna, del programa radial Las Damas y los Vagabundos (escuchar aquí). Gran mérito de Las Damas fue exhumar la vibrante «voz de los marcianos» previa a cada capítulo de El Capitán Escarlata (recurso que reduce la pena por haber pasado «Fabio Zerpa tiene razón» de Calamaro).
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Crónicas marcianas y argentinas

Ale Agostinelli y afiche de Zerpa en Mendoza«¿Pero cuál es enfoque más recomendable? ¿La credulidad o el escepticismo?

«Por un lado, sospecho que para disfrutar de la magia de estas historias primero hay que creérselas. Pero, por el otro, sé que, cuando la película terminó, el escepticismo es el mejor consejo que puedo dar si además de disfrutar de una historia atrapante queremos aprender algo nuevo. No me refiero al mal escepticismo que niega antes de investigar, sino al virtuoso, que es aquel que suspende el juicio por falta de pruebas o las busca para formarse un juicio equilibrado. Creo que Invasores estimula de un modo transversal el pensamiento crítico, entre otras cosas porque facilita al lector información que Fabio Zerpa, digamos, omitiría. Menciono a Zerpa porque él tiene otro propósito, él es un personaje interesado en pregonar que los extraterrestres son una realidad indiscutible. Y si bien ese no es mi propósito, tampoco defiendo lo contrario: no cargo las tintas sobre las explicaciones racionales porque ellas también pueden ser contradictorias, arbitrarias o malintencionadas. «El testigo siempre tergiversa su relato», acusan algunos críticos. Okay, pero… ¿acaso el escéptico nunca lo hace? Todos tergiversamos. Invasores no pretende predicar la creencia en los extraterrestres ni lo contrario. Son historias documentadas que muestran la increíble realidad que han vivido, o todavía viven, todas esas personas con vidas tan singulares. Que no son tan raros como algunos creen, ni están locos, ni pretenden lavarnos el cerebro, o al menos no más que el curita de pueblo cuando da su misa.»

Fragmento de la entrevista del periodista Javier Sinay a Alejandro Agostinelli en el portal Ciudad. Leer entrevista completa aquí.

«Invaders» by Mariana Guzzante

Invasores Portada“Invaders. Real stories on extraterrestrials in Argentina” (“Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina”, Editorial Sudamericana, 2009).

Alejandro Agostinelli’s New Book by Mariana Guzzante (Los Andes On-Line, May 31, 2009)

Journalist Alejandro Agostinelli has published a book that reopens the legendary UFO case that bewildered Mendoza in 1968. It is being displayed today in our province. This documentary history is a review of Argentinean sightings that involve Chupacabras, little green dwarves and spiritism. There is a revival of alien culture: “V” is returning to television, and the Star Trek remake is on top of the box office. The invaders are among us once more.

It isn’t hard to picture Alejandro Agostinelli – an interesting journalist, a tracker of mysteries – scouring through the X-Files of this part of the world.

His book is somewhere between the pleasure of the chronicle and the flashback of an archive. That’s how this project should have started. Editorial Sudamericana has recently published it under the name “Invasores”, and that’s how it ended. Over 342 pages written with the perfect excuse of narrating Argentina’s most startling extraterrestrial sightings, including the famous case involving “little green men” that caused an uproar in local ufology in ’68.
Los Andes PortadaA journalist may delight in sleuthing across the paranormal landscape; for he protagonists of these events –the contactees– it is an exhumation of an extreme experience.

A Contactee Event In the Heartland
A couple vanishes in Chascomús and appears instantaneously in Mexico, as though written in the script for the movie “Jumper”. Two employees of the Casino de Mendoza encounter little green men and have a telepathic experience with them; a team of Buenos Aires spiritists makes contact with an “engineer” from Ganymede, the largest moon of Jupiter. A woman named Silvia Perez founds the “Museo del Ovni” in Victoria, Entre Rios.
The stories told in “Invasores” appear to avoid falling into ufological fervor, but nonetheless insert a disquieting description: “true stories”, as stated on the cover. You mean they’re real? “Yes,” says the author, “because these are documented stories. The reader may enjoy the recollections and experiences of their protagonists while having solid historical data at hand. None of the stories is unreal. All of these have appeared in the press, in newscasts and eventually in books on the subject.”

Thus, with several first-person accounts that are sheer narrative gold, Agostinelli chose 11 invasions. What will be the outcome of reading this book, now that the subject of aliens feels slightly retro? “No idea, that’s another mystery,” says the author. It may be, perhaps, a fine opportunity for taking out the folding chair and watching the skies again.

Che Ovni Che UFOChe Ovni

It is clear that this is a work charged with comparative paranoia, hallucination and longing.
Furthermore, these accounts include the Chupacabras, [the subterranean city of] Erks, tours of Mount Uritorco and strange abductions like that of Zulma Fayad. There is even a translation of “Martin Fierro” (Argentina’s national epic – ed.) into “Varkulets”, an unusual alien lingo. And a constant appears. Unlike other countries, which point to Mars or Venus as the alien homeland, Argentineans connect more closely with visitors from Ganymede, one of the Jovian satellites.
“UFOs, the stories woven around them, and their effect upon culture. Those are the subjects to which I devoted the greatest time and passion throughout my life, “ Agostinelli says frankly.

– And how did you come to choose the cases? How did you know that these were the stories, and not others?
”These were the ones that had the greatest impact on me while I studied the subject of UFOs. Furthermore, by having worked on TV documentaries, I have a rather visual training. I know which stories are the most attractive, involving and suggestive. My criteria for selection were double. Moreover, all of the stories had to reveal unknown aspects in the lives of their protagonists. On the other hand, each story should be worthy of a motion picture. If for any reason (a lack of information, the inability to access direct witnesses, that sort of thing) they didn’t click, they went right back to the inkwell.”

Afiche promocional de "Che Ovni"-It’s hard not to ask which case affected you the most.
“There are two open-ended adventures that contain the hardest mysteries to digest. One of them is the so-called Vidal Case, which began with a news item published in June 1968. It told the story of a couple driving along the road from Chascomus, Province of Buenos Aires, when they drove into a fog bank and lost consciousness. Later, the couple and their car reappeared in Mexico City. In this case I learned that the motion picture “Che Ovni” had been shot almost a year earlier. This film, directed by Anibal Uset, starts with a couple teleported by a flying saucer from Buenos Aires to Madrid, car and all. It opened two months after the Vidal Case. This couple was never found and it’s unlikely they ever existed. But as with all legends, the controversy endures. Anibal uset cannot categorically prove that he created the case to promote his movie. In any event, my book contains hints that support his claim. It is followed, no doubt by the Mendozan question involving the Casino workers.

-How did you trace the route to be followed?

“Like I said, once I chose the stories, I arranged them in a more or less chronological order. At other times, I added stories according to geographic proximity. I went to Mendoza in an effort to locate Juan Carlos Peccinetti and Fernando Villegas, the Casino workers, but also other possible protagonists of what appears to have been a prank, based on a clue I was given in Mar del Plata.
Then I visited Chile, where I interviewed physicist and mathematician Pablo Kittl Duclout, the nephew of brothers Jorge and Napy Duclout, who is the only surviving relative of the first Argentinean contactees.

Agostinelli con Kittl Duclout“In the early Fifties, Jorge and Napy were spiritists. During their séances, a spirit they identified as a “talented engineer” would talk to them about life on Ganymede, the planet Jupiter’s largest satellite. I was delighted to find out who was the engineer who contacted them, but I won’t tell you. That’s the end of the story and it would ruin it. The first trip involved climbing to the roof of the Kavanagh Building, where they were summoned to appear by the commander of a saucer that was supposed to arrive from Jupiter. I also visited Santa Rosa, because La Pampa is the homeland of the wave of cattle mutilations that unleashed in 2002, and the city of Victoria, Entre Rios, where Siliva Pérez Simondini’s Museo OVNI operates.”

The fact is that Alejandro found the Earthlings to be infinitely more complex and fascinating than the aliens.

Parenthesis one: “Aníbal Uset was the first Argentinean filmmaker who toured the world to shoot a comedy based on the extraterrestrial rumors of the Sixties, and even more with Martin Rappalini, who was a the time a young writer accused of “concealing the truth” about the legendary marital abduction. These stories merited another chapter.
El Muñeco Mateyko, Pipo Mancera, Javier Portales, Cuchuflito, Jorge Sobral, Marcela López Rey, Erika Wallner and Perla Caron starred in the movie version of the story. A relic? Yes indeed. The odyssey had a musty smell to it until I learned that Catherine Fulop had starred in a Nineties remake of the movie. In Spain, she was also convinced that she’d been transported by aliens.”

Jorge Duclout on the KavanaghParenthesis two: Pablo Kittl Duclout, the physicist from the Andean foothills, informed the researcher to the fascinating destiny that awaited his uncles, the protagonists of the first announced UFO sighting from the rooftop of the Kavanagh Bulding in 1954). Apparently, an advanced spirit had revealed to them the existence of a higher technology. “Those disclosures were so extraordinary that they inspired Napy to film Argentina’s first 3D motion picture, “Buenos Aires en Relieve (1954),” notes Alejandro.

Martha GreenThree: “I also visited the nursing home where Martha Green now lives. A lovely old lady who was whisked away from Earth in the 1950s by Enis, her interdimensional lover, while her husband, a military man in the Perón regime, was embattled by the Aramburu dictatorship.”

How distant is “Invasores” from ufology?
“I wouldn’t say “light years away” because that would be a wisecrack. But I don’t think that I could’ve written a book like this while I was an ufologist. Or when I was a militant skeptic. I believe that the right distance is having realized that the protagonists were the people I was interviewing. And I chose the first person to take over my own subjective approach.

What about Fabio Zerpa?
Zerpa is convinced that the ones that appear in his stories are aliens. I’m convinced of the existence of human beings, and some of them claim having had experiences involving extraterrestrials.

-So, do you or don’t you believe in alien life?
It’s not whether I believe or don’t. It may exist. But in that case, I imagine them as being too smart. To the extent that I doubt they’d bother visiting Earth. Perhaps, if they read “Invasores” they’ll find we’re a very interesting species.

Original Source: Los Andes On-Line.

Translation Source: Inexplicata. Journal of the Institute of Hispanic Ufology (IHU), presenting UFO and paranormal cases from Spain, South America and the Caribbean. (c) 2009, Scott Corrales IHU. Special thanks to Guillermo Gimenez, Planeta UFO).

(Agostinelli say: Thanks Scott!!!)

More (in english):

Invasion’s cronology: 57 years of extraterrestrials in Argentina

Vicente- Juan Ballester Olmos: Eleven incredible stories about UFOs “all of them worth of a movie film”

«Invasores contiene crónicas sobre la especie más fascinante y misteriosa de la Tierra”

Por Emilio Fernández Cicco

– ¿Cuánto tiempo de investigación y escritura te llevó Invasores?

Más o menos un año y medio. Supongo que me hubiera llevado menos tiempo si hubiera sido mi única ocupación. Pero trabajé con tantas ganas que seguí de largo, y después tuve que eliminar tres historias ya escritas y otras comenzadas. En verdad, casi todo el trabajo de archivo estaba hecho. Pensá que siendo un nene ya guardaba recortes de diarios, y jamás me deshice de ellos. Guardé revistas, boletines, cartas que intercambiaba con otros aficionados al tema, informes de mis primeras entrevistas… Más grandecito escribí cientos de artículos en revistas especializadas y comerciales. O sea, cuando empecé Invasores ya tenía material para escribir una enciclopedia. El desafío real fue elegir las mejores historias, que no necesariamente debían ser, según mi criterio, las más creíbles, sino las más disfrutables desde el punto narrativo y periodístico.

-¿Con qué caso empezaste?

Alejandro Agostinelli con Kittl DucloutCuando comencé me propuse revisar el caso de las primeros argentinos que afirmaron mantener un contacto con extraterrestres. Al principio lo único que tenía era un libro escrito hace medio siglo, Origen estructura y destino de los Platos Voladores. Me encontré con ese extraño volumen en una librería de viejo, a fines de los setenta. Cuando lo leí, aluciné. “¡Estos tipos dan todas las respuestas! ¡Vienen de Ganímedes!”, me dije. Yo tendría, ponele, unos doce años. En ese libro, los hermanos Jorge y Napy Duclout transcriben las charlas que mantuvieron con “el espíritu de un Ingeniero de talento”, así lo llamaban. Este ingeniero, de quien no dan su nombre (pero cuya identidad revelo en Invasores), los puso en contacto con los ocupantes de los platos voladores, que afirmaban proceder de Ganímedes, el mayor satélite de Júpiter. Al tiempo le presté ese libro a un aficionado al tema cuya opinión tenía en alta estima y él me lo devolvió sin hojearlo. Lo descalificó con tanta dureza que me desanimó. Mi amigo obró con honestidad, pero fue muy paternalista. Él consideró que no era conveniente que yo me tomara ese libro al pie de la letra.

– ¿Qué hubieses hecho en lugar de este investigador?

Mi consejo hubiera sido: “¿Crées que la historia de los hermanos Duclout es real? Ok, investigá, buscalos, a ellos o a sus familiares, tratá de conseguir las cintas fonomagnéticas, entrevistá a los testigos del avistamiento del plato volador que confirmaba la exactitud de sus profecías. Laburá…”. Retomé esa tarea treinta años después. Tuve buenas razones para empezar por ahí. Nunca es tarde para desandar un camino. Fue grandioso haber podido encontrar en Chile al sobrino de los Duclout. Pablo Kittl es el único familiar vivo. Él me ayudó a reconstruir esa historia fantástica pero real del espiritismo argentino y a descubrir qué estaban buscando sus tíos, realmente.

Silvia Pérez Simondini– ¿No viste nunca ovnis, no es cierto?

De tanto frecuentar parajes donde las personas van a buscar este tipo de experiencias, al final también las encontré. Es curioso, pero tuve mis vivencias con luces extrañas en tres sitios habitualmente considerados santuarios extraterrestres: Capilla del Monte (Córdoba), Salto (Uruguay) y Victoria (Entre Ríos). Mientras estas experiencias duraron pude disfrutar del mismo temor o del mismo sentimiento de maravilla que sintieron los que me cuentan sus encuentros con ovnis. Después sobreviene el desencantamiento, ya que tengo la manía de encontrar alguna explicación a lo que viví. Lo más valioso, aunque luego uno crea haber descubierto las causas de la observación, es que te ponen a la par de tus entrevistados, te quitan esa soberbia hipócrita del investigador aséptico e incontaminado. Es como si de ese falso ovni hubiese partido un rayo láser que te baja del pedestal que nos construimos los periodistas. Caer de ese pedestal, también falso, te da una lección de humildad. En Invasores cuento la experiencia ovni que tuve en Victoria junto con Andrea y Silvia Pérez Simondini. Pero después, en vez de decir: “¡Era un satélite, era un globo!”, sinceré una serie de devaneos epistemológicos que me inspiró la situación. Esas dudas le dan a la crónica una épica extraña. Ah, y también declaro solemnemente que soy un pésimo observador de naves extraterrestres.

– Esos avistamientos te despertaron dudas. ¿Los seguís buscando?

No encuentro motivos para dejar de hacerlo, salvo el aburrimiento. En cualquier lugar donde alguien denuncie la visión de un ovni, la manifestación de una virgen o la aparición de un ángel que predice el Apocalipsis, allí estaré, si puedo. Siempre te vas a encontrar con alguna persona que te dice, a los gritos o en un susurro: “¡Hey, acá estoy y tengo una historia fascinante para contarte.” Basta raspar un poco la pintura para encontrarte con biografías que revelan aspectos interesantísimos de la especie más fascinante y misteriosa de la Tierra, el hombre. Son historias clandestinas, no identificadas, sobre nosotros mismos. En la uña se te quedan pegados los prejuicios, los juicios de valor, las conclusiones apresuradas, el aprovechamiento interesado de los medios… Esos restos casi siempre son mugre. Pero también son parte de la historia.

Agostinelli en Museo Ovni de Victoria-Si bien en tu libro te concentrás más en la historias que en desacreditar las fuentes, ¿creés que los ufólogos mienten?

Para concluir que una persona miente, que falsea o tergiversa una verdad que conoce y es diferente a lo que te dice, hay que tener evidencias. El problema de los juicios de intención es que -para estar seguros- a veces debemos ver con sus ojos o estar inmerso en la persona que recibe esa acusación. No todos los que te hablan de un suceso no comprobado son mentirosos. A mis hijas les enseño a hacer un uso restringido de esa palabra. ‘Antes de acusar a alguien de mentir, estén seguras’, les digo. Si creen que alguien miente, busquen las pruebas.
Para Invasores me tropecé con entrevistados que a lo mejor, técnicamente, mentían. Pero incluso cuando creí haberlos detectado consideré que no me correspondía a mí juzgarlas. Sin embargo, publico los datos que me indujeron a sospechar de estas personas para que el lector decida.
Por lo demás, la inmensa mayoría de los ufólogos que he conocido son personas románticas y desinteresadas. En general, pierden más de lo que ganan, son buscadores honestos y sus intenciones parecen buenas. Están ávidos de conocer o descubrir algo nuevo. Evidentemente, esto no los hace más fidedignos. Cargan, como todos los mortales, con su propia subjetividad, que a veces los lleva a encontrar lo que buscan y a cumplir con deseos más bien imaginarios. Casi todos están seguros de llevar una misión, un asunto trascendente sobre el cual deben ocuparse porque otras personas -quizá más competentes- se desentienden del tema. Y casi todos creen poseer evidencias irrebatibles sobre encuentros con extraterrestres. Evidencias que los científicos ignoran o desprecian. Entonces ellos, los ufólogos, ocupan ese vacío.

Facsimil de la portada de la revista Ufo Press Nro 23 (1986)-¿Por qué los ovnis son un boom que nunca pasa de moda?

Bueno, no siempre estuvieron de moda. Antes de 1947 nadie informaba haber visto platos voladores, lo que ahora llamamos ovnis. Hubo casos dispersos, pero no estuvieron asociados con el imaginario extraterrestre. Esta idea sobre su procedencia es lo que diferencia a los platos voladores de leyendas celestes preexistentes. En 1897, en los Estados Unidos, los diarios cubrieron lo que parecía una oleada de visiones de naves aéreas no identificadas. Pero como nadie había especulado sobre visitas extraterrestres, para los testigos y los medios eran máquinas fabricadas por inventores anónimos.
En otros tiempos, las apariciones de humanoides fueron percibidas como vírgenes que predicaban a los pecadores para dejar una lección moral, una tarea que prosiguieron los extraterrestres con sus contactados, y ciertas formaciones de luces extrañas, eran el carruaje de los ángeles.
Hoy se podría decir que siempre habrá alguien que interpretará una experiencia extraña en clave extraterrestre, que es la grilla de lectura contemporánea para cualquier fenómeno celeste a priori incomprensible. Me parece que esta permanencia hay que buscarla en la religión. El objeto no identificado es otro modo de relacionarse con lo sagrado. El cielo es un manantial de interrogantes. Es el escenario en donde aparecen todas las razas extrahumanas de las que tenemos conocimiento, resulten tanto cristos redentores, marcianos que vienen en son de paz o reticulanos en plan de conquista. Todo lo que suceda en el cielo o algunos crean que ahí suceda nunca pasará de moda, a lo sumo se transformará.

Alejandro Agostinelli en Lajas, Puerto Rico– ¿Cuál fue la historia de alienígenas más loca que escuchaste?

Más que la que escuché, te puedo hablar de una que investigué. Un caso muy loco y estremecedor es la historia de Radar-1, un grupo de contacto liderado por un personaje de formación evangélica que había llegado a la conclusión de que en Victoria, Entre Ríos, había un campamento subterráneo de Grises, como los ufólogos llaman a los extraterrestres belicosos, que se preparaba para invadir el planeta.
El líder del grupo, Guillermo Romeu, afirmaba ser semi-extraterrestre. Juraba que era destinatario de una verdad que nadie más conocía, salvo él y sus seguidores, que recibían instrucción militar para estar listos el día del Apocalipsis. Romeu y su gente recorrían Victoria en una cuatro por cuatro bien equipada, él hacía creer que todo era tecnología de punta. Y los flacos, muy jóvenes, iban a ese paraje tranquilo, donde nunca pasaba nada, armados hasta los dientes.
Un grupo de ufólogos rosarinos llegaron a disfrazarse de Hombres de Negro para darles un susto y se dejaran de embromar. Pero Romeu terminó riéndose de ellos. En fin, la cosa es que el hombre terminó pegándose un tiro frente a su hijo el día de su cumpleaños e intentó inducir al suicidio a uno de sus discípulos. Si bien el caso es estremecedor, percibí que no encajaba con la tónica de Invasores, el espíritu de esa historia no estaba en sintonía con el hilo narrativo del libro. Invasores tiene ese título porque me pareció una paradoja divertida. El buen lector va descubriendo que muchos de sus protagonistas son más bien antihéroes. Romeu era un ‘invasor’ de verdad.

Fabio Zerpa ¿tiene razón?-¿Qué opinás de Fabio Zerpa?

Siempre me pareció el típico charlatán porteño, simpático y embrollón. Lo sorprendente del caso es que es uruguayo. En verdad, nunca lo consideré un investigador sino un promotor de misterios. Misterios más bien truchos, claro. Con los años, mi opinión no cambió demasiado. Si bien en algún momento barajé la posibilidad de entrevistarlo para el libro, desistí porque es difícil sacarlo del casete. Suele repetir las mismas historias, mejoradas, corregidas y aumentadas. Sus versiones tienen una impronta personal: raramente coinciden con lo que te cuentan los testigos u otros aficionados al tema. Zerpa tiene un ego exorbitante, pero cuando se refiere a su relación con los ovnis… no habla de sí mismo. Y, cuando lo hace, comete flagrantes faltas de sinceridad, que curiosamente no parece tener cuando habla de su otra gran vocación, que es su militancia por el tango.
Con todo, su presencia en la cultura alienígena argentina es notoria y ha dejado huellas en todas partes, en mi libro también. Es una presencia inevitable. Pero lo prefiero hablando de tango que sobre extraterrestres.

– ¿Y si tiene razón?

Mirá, si Fabio Zerpa tuviera razón yo no hubiese escrito un libro de historias reales de extraterrestres en la Argentina sino sobre los extraterrestres reales que descubrió Zerpa. Pero no es el caso. Por si no quedó claro, Invasores no es un libro sobre extraterrestres sino sobre seres humanos. Yo no sé si las historias de presuntos extraterrestres auténticos que cuenta Zerpa son tan emocionantes como estas otras, protagonizadas por terrícolas, con todo lo excepcional y lo banal que nos caracteriza a los terrícolas.

(Entrevista completa del extracto publicado en revista “C” del diario Crítica de la Argentina. Año 2 Nro. 75, 2 de agosto de 2009.)

Invadido por la gratitud

Los colegas empezaron a leer Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina. ¿La verdad? No sabía que el libro iba a ser recibido con tanta benevolencia. Primero agradezco a mis primeros lectores. Mariana Comolli, por ejemplo, se hizo eco de la abducción de Catherine Fulop en Semanario cuando el libro todavía no estaba en la calle. Débora Goldstern me hizo una gran entrevista en su blog Crónica subterránea. También estuvo bárbaro el reportaje de Javier Sinay para Ciudad.com y Clarín, así como el de Mora Cordeu, de la agencia Telam, texto que publicaron varios medios de todo el país, como La Capital de Mar del Plata. También agradezco a Auri Gorosurreta y Maximiliano Sardi por permitirme explicar cómo reconocer invasores en la revista Hombre, aunque el precio haya sido disfrazarme del Capitán James Tiberius Kirk. Mil gracias, también, a los colegas Luis Alfonso Gámez, autor de la primera reseña de Invasores en Magonia, a los exagerados comentarios de Luis Ruiz Noguez en Marcianitos Verdes, a Abel Gilbert, de El Periódico, a la desmesurada apología de Diego Zúñiga en La Nave de los Locos y a las piadosas críticas de Rivera Westerberg, en Sur y Sur y Federico Kukso en Crítica de la Argentina (¡zafé con un 7, mami!). No voy a repetir la gratitud que siento hacia Mariana Guzzante, del diario Los Andes, y Fernando Toledo, de Diario Uno, por sus entrevistas cuando visité Mendoza. Otras noticias, como el amable comentario de Diego Rojas en Veintitrés, no están online. Por eso fueron a parar al archivo de Invasores en Flickr.

Lo que nunca imaginé fue el generoso despliegue que le iba a dedicar a Invasores el diario Página 12. La imagen que ilustra esta entrada –Abducción criolla– es la tapa del suple dominical Radar del 14 de junio. Bajo el título Los enanitos verdes, la entrevista de Juan Pablo Bertazza incluye un malherido recuadro sobre el trotskismo galáctico (una minbiografía de Homero Cristalli, el fundador del posadismo) y una cronología de los invasores, rápida sinopsis del libro que invito a leer a quienes no tienen la más pálida idea de lo que estoy hablando.

A todos, incluidos los programas de radio -y, a las perdidas, tevé- que le dieron al libro algo de aire, muchísimas gracias.

De yapa, cierro con el último comunicado del Comandante Clomro. En casi diez minutos (paciencia…) explica por qué mantuvo su identidad en reserva y por qué decidió dar la cara en Invasores.